CRIST.— ¡Ay! Estábamos tan prendadas de las bendiciones que acabábamos de recibir que olvidamos los peligros que podían presentarse. ¿Además, quién hubiera creído que, tan cerca del palacio del Rey, se escondieran semejantes bribones? En efecto, hemos hecho mal en no pedir un guía; pero, sabiendo el Señor que nos sería ventajoso, resulta extraño que no nos lo ofreciera. AUX.— No siempre es conveniente otorgar las cosas que no se piden, para que no se tengan en poco; pero cuando uno siente la necesidad
Page 45